Sentimiento Romántico

"Mi delirio sobre el Chimborazo". Tito Salas, 1930.

El sentimiento romántico es, esencialmente, uno nostálgico y oscuro. Para comprenderlo, es necesario experimentarlo, y no cualquiera es capaz. Difícilmente podrán sentir, los grandes académicos de la literatura, las imaginaciones patrióticas de Chateaubriand cuando se detenía por los caminos britanos de Saint Malo y apreciaba el melancólico violeta de la tarde; difícilmente podrán, los reprimidos racionalistas modernos, captar, como Dvorak y Friedrich la afligida esencia de las tardes; mucho menos serán capaces los imitadores de hablarle al espíritu del romántico como Bécquer en su V Rima

Hay algo que nos une, a los románticos de todas las épocas, que es indiferente al espacio y tiempo dónde nos encontramos, algo más allá de nuestro oficio y fortuna; una sensación profunda de dolor, una mirada triste al destino y una irrevocable resignación a las pasiones, no a la voluptuosas y banales, sino a las divinas. La vida y la muerte, la naturaleza y la patria, demostraciones divinas de amor por el Hombre, sólo son comprensibles por los inquietos, los atormentados, aquellos cuyo sombrío destino es no ceder al conformismo y la pasividad. 

Es esto lo mismo que conmovía a Scott cuando apreciaba con asombro su tierra desde Abbotsford, también lo sentido por Efraín cuando veía con impotencia a María convaleciente en El Paraíso.

¿Decidme tú, que sientes cuando observas el anochecer en las montañas? ¿No es acaso lo mismo que se siente el escuchar la Ständchen del Schwanengesang de Schubert? ¿O cuando, petrificada en un museo, observamos las Ruinas de Eldena en las Montañas de los Gigantes de Friedrich? ¿Cierto que es del mismo color el cielo bajo el que Bolívar escribió su Delirio?

Al final, el ego escondido que nos evita ser plebeyos, no es más que un Caminante sobre el Mar de Nubes, ininteligible para los no iniciados en las penas de los que miran con nostalgia la tumba de Occidente. 

Entradas populares