Espíritu Venezolano

"El Panteón de los Héroes". Arturo Michelena, 1898.

Cuando los alemanes hablaron del Volksgeist, lo hicieron sin equivocarse, esta idea tan fundamentalmente cierta es perceptible por todos aquellos que sostienen un mínimo amor a su Patria. El Espíritu del Pueblo, que es lo que Volksgeist significa, es algo difícil de racionalizar, de explicar con palabras, la única forma de comprenderlo es saber que se está sintiendo. Esta esencia, enraizada en las más profundas tumbas de la Civilización, florece en nuestra realidad y se eleva hasta el futuro, es inherente al Hombre y no se puede destruir.

La mística sensación que sostiene un Venezolano cuando observa, lejos de su patria, exiliado y  ultrajado, un retrato del Libertador con una inscripción extranjera reconociendo su heroicidad, lo llena de orgullo. Cuando un día, sombrío y triste, como los de todos aquellos a los cuales les ha sido arrebatada su patria, se logra escuchar en la lejanía una melodía caraqueña, el sentido de la vista se confunde e intenta buscar el Ávila tocando las nubes. La ira y profunda tristeza de ver a nuestros compatriotas pasando penas, perdiendo la dignidad, pidiendo limosna como única forma de subsistir, nos hace apretar el puño y soñar con el momento de la Reivindicación. Todo esto, es, en efecto, el Volksgeist Venezolano, no podemos pretender que nadie más lo entienda, y no lo podemos explicar, porque lo llevamos adentro, profundo en el alma; porque sentimos la carga de los sueños y creencias de nuestros antepasados; porque el sólo hecho de ser Venezolano lo implica, y el que no lo sienta, no es uno verdadero. 

El Estado que vamos a construir será uno que porte con orgullo la bandera de nuestro Espíritu, no en democracias liberales a la francesa, ni fascismos a la italiana. La liberación de la Patria es el primer acto en consecuencia de esta idea, y apenas lo alcancemos, debemos reafirmar nuestra esencia como venezolanos. Se enseñará a los niños en las escuelas nuestra historia gloriosa y bella literatura; los trabajadores madrugarán todos los días, desinteresadamente, para reconstruir los pueblos; los poetas le cantarán a nuestra cultura; la Iglesia Católica volverá a tomar las riendas de los destinos espirituales de Venezuela y restablecerá nuestra esencia cristiana; la Academia devolverá el valor que merecen las Letras y las Ciencias; nuestros deportistas enarbolarán otra vez las banderas del ejemplo físico; y sólo entonces, cuando vuelvan a cantar los músicos en su tierra las bellas tonadas elogiando al Libertador, entenderá nuestro pueblo y el globo entero, que Venezuela ha vuelto y que su corazón palpita acelerado, por la emoción de reconstruir la Patria y recuperar bien merecido nuestro lugar en la Civilización. 

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