La diferencia fundamental del Conservatismo Auténtico.

"House of Commons". Leopold Braun, 1914.

Existen hoy cuantiosos movimientos y agrupaciones políticas que se hacen llamar conservadoras. Los reconocemos. Y sus principales figuras se han hecho admirar por la defensa férrea de sus ideales, tomando como ejemplo de ello a Thatcher, o Reagan. Y sí, es cierto que conservan determinadas costumbres, pero estas no son las que emana el verdadero espíritu de Occidente, sino al contrario, las que han propiciado su caída. 

Los izquierdistas no han podido utilizar un término tan acertadamente como utilizan el de neoliberal para definir a los movimientos conservadores de hoy, que verdaderamente defienden el liberalismo económico, manchesteriano de pura sepa, cuyas raíces pueden rastrearse a la Inglaterra industrial de mitades del siglo XVIII, que aboga por el libre mercado, la prevalencia del dinero sobre todas las cosas —incluso del Estado popular—, la disolución de la aristocracia y el establecimiento de las democracias burguesas. Aún peor, también son acérrimos defensores de la Modernidad y la disipación de las identidades nacionales. 

Los auténticos conservadores, tradicionalistas, místicos, reaccionarios, no defienden la escala social planteada por el neoliberalismo esencialmente burgués, sino una en donde la riqueza espiritual, y no la material, resguarda el poder. Esto no es porque la burguesía sea malvada, ni mucho menos, sino que por naturaleza, ésta es insustancial. Manifestaba Gómez Dávila en uno de sus valiosos Escolios, que para la burguesía, el objetivo final siempre es la riqueza material, cuando para los aristócratas, ésta es no más que un medio para alcanzar la bienaventuranza. Ex hypothesi, si el barco del Estado es capitaneado por aquellos que solamente persiguen la moneda como el fin absoluto… ¿habría lugar para la virtud y la espiritualidad?

Esta es la diferencia fundamental entre los pseudo-conservadores de hoy y los conservadores auténticos. Mientras unos se pavonean en misa, profesan la doctrina liberal y le sirven de abogados a la globalización, nosotros debemos redescubrir y vindicar el verdadero espíritu de la Patria. 

El liberalismo cambió la política, drásticamente y casi irremediablemente. Los legisladores parecen tenderos y las asambleas imponen al Pueblo nada más que políticas económicas. Marxistas, monetaristas, libertarios, social demócratas, Friedman, Keynes, Lenin, Mao, no son más que el mismo lado de una moneda. Su debate se enfoca en nada más que salarios, precios e inflación. Ya nunca más debatieron los hacendados sobre su tierra en los Parlamentos, ni los guerreros sobre sus hazañas en las Cortes. ¡Que tedioso es el debate estadístico de los legisladores modernos!

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